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RE-TOMAR LOS DERECHOS

Bajo el marco correspondiente a un curso de urbanismo geopolítico en PUA (proyecto urbano avanzado) taller Apolo, cuya finalidad era reconocer problemáticas latentes en el territorio Americano, se presenta un ensayo de prospectiva urbana.

Mediante la implementación de tres preguntas guía al territorio, se buscará hallar una respuesta de actuación desde la óptica del desarrollo urbano, que concuerde con el previo análisis del contexto de conformación política y territorial de la ciudad de Puerto Príncipe, Haití. Con una desigualdad latente, y siendo uno de los países con más índices de pobreza y necesidades básicas insatisfechas de América Latina se visualiza que las mujeres e infancias conforman la parte más violentada de la sociedad. Dentro de la información relevada, la violencia directa que se ejerce sobre las mismas como usuarias del territorio adquiere un término propio y exclusivo, lo que materializa el grado de desigualdad y profanación que conlleva ser mujer en la precariedad.

El presente artículo abarca una exploración cronológica del (no) desarrollo de la ciudad de Puerto Príncipe y dos posibles prospectivas de intervención territorial, elaborado en un ensayo de investigación, análisis y propuesta de problemáticas político-territoriales, siendo una de ellas especialmente centrada en el urbanismo feminista.

Mediante el análisis del territorio, el objetivo es comprender brevemente la evolución histórica de la formación de la ciudad, y los eventos geográficos, políticos, económicos y sociales que la conciben. Por otra parte, y en base a dicho análisis, delinear dos posibles iniciativas de intervención en pro de la mejora de la calidad urbana y el desarrollo.Sin embargo, es válido tener en cuenta que este artículo es una construcción parcial para un curso acotado, con el fin de servir de exploración primaria de la capital de Haití, la ciudad de Puerto Príncipe, y que tiene como destino una primera aproximación analitica, de relevamiento de datos, para una investigación de carácter más complejo.

El ensayo inicia con una interrogante clara, que se enmarca en un proceso aditivo de problemáticas y eventos catastróficos:

1) ¿Cuál es el trasfondo de Puerto Príncipe y cómo esto se materializa en un territorio sin planeamiento o regulaciones?

Como contrapropuesta a la lectura del territorio, se explorarán dos aristas de necesidades. Siendo la una de carácter general a la población, y la otra de carácter particular a un sector de la sociedad:

2) ¿Cómo satisfacer algunas de las necesidades básicas de la población en el contexto Haitiano?

3) ¿Cuál es el contexto de mujeres e infancias y cómo se podría intervenir en la búsqueda de una mejora de la calidad de vida?

1) ¿Cuál es el trasfondo de Puerto Príncipe y cómo esto se materializa en un territorio sin planeamiento o regulaciones?

En la región metropolitana de Puerto Príncipe, convergen un estado ausente, corrupción, malas gestiones, intervencionismo extranjero, la desafortunada incidencia de desastres naturales y distintas capas de presiones internas y externas que no permiten respirar a la ciudad dentro del siglo XXI; siendo uno de los puntos más problemáticos del mapa americano.

La no definición de objetivos por parte del gobierno haitiano y las presiones de la Casa Blanca estadounidense, rápidamente colocan al territorio en medio de fuertes contradicciones entre los intereses geopolíticos y geoeconómicos estadounidenses y las principales demandas de la población haitiana.

Una trayectoria de desastres naturales profundizó la brecha de marginalidad que no ha podido ser superada, evidenciando más aún la falta de políticas intencionadas desde el gobierno del país. Para iniciar el fin de una línea de problemas que nos ha llevado a la actualidad, el recordado y mediático terremoto del doce de enero de 2010, marcó un 7,0 en la escala de Richter, y dejó un saldo de 316.000 muertos y 1,5 millones de viviendas destruidas; este hecho en sí mismo es identificado como una de las grandes catástrofes naturales del siglo XXI, pero además, estuvo precedido por otros varios desastres naturales y seguido por otros varios terremotos de pequeña y gran magnitud en los siguientes once años.Pareciera ser que la ubicación geográfica de la isla ha contribuido a sacar el premio de la lotería de desastres naturales en una amplia cantidad de ocasiones. Por otro lado, a la “mala suerte” de la ubicación geográfica, se adhiere la “mala suerte” de un pasado y un presente de historia política y económica sufrida, dominada y muy accidentada. La isla de La Española, como fuera denominada bajo el subyugo colonialista de los imperios europeos, fue el segundo territorio americano, luego de Estados Unidos de América, en independizarse, con una guerrilla civil liderada por negros esclavos. Irónicamente, sería Estados Unidos el que pasará a “colonizar” las políticas de la isla como estado interventor. En los años 2000, el presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, impone al recién reelecto presidente haitiano, Jean-Bertrand Aristide, el tutelaje de la Organización de los Estados Americanos (OEA) en los asuntos internos a cambio de entregar una necesitada ayuda económica para la nación. En el año 2004, continuando la política intervencionista que ya se había establecido con fuerza en el medio siglo anterior, fuerzas militares yanquis y francesas ocupan el país y deportan al presidente Aristide. Ante la ilegitimidad del origen del mandato y la incapacidad para controlar la situación de inestabilidad política interna, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) envía una misión multinacional para la pacificación del país llamada Misión de las Naciones Unidas para la Estabilización en Haití (MINUSTAH). Luego de variados cruces y reclamos internacionales y de la población y colectivos civiles, en el año 2017, oficialmente termina MINUSTAH, más sin embargo las tropas extranjeras no se retiran del país.

Una década después del terremoto de 2010, y dos décadas después de la marcada intervención yanqui, más de 32.000 personas continúan viviendo en carpas y quedan 22 campamentos de refugiados.

La ciudad de las desgracias.

En cuanto a la composición urbana de la capital Haitiana, Puerto Príncipe, nos encontramos con un panorama complejo, nacido de la yuxtaposición de necesidades y eventos políticos que han transitado la ciudad. Por ejemplo, la ocupación ilegal de tierras demuestra una subida durante los períodos democráticos, donde la población tenía la libertad de poder reclamar sus derechos, u ocupar una vivienda como opción a la necesidad latente sin riesgo de sufrir violencia.

Según la tesis doctoral “Puerto Príncipe y el desastre ”de Laura Natalia Moreno Segura, para Universidad de Barcelona en 2015, que desarrolla un estudio completo de la conformación de la ciudad, los barrios no cuentan con sistemas viales, ya que las casas son construidas en tierras tomadas en el lugar donde hay espacio, sin ninguna consideración a la movilidad entre las mismas. Son comunes los deslizamientos y las inundaciones, ya que gran parte de las bidonvilles, que es el nombre criollo que se le da a los asentamientos precarios e irregulares, están asentadas en las laderas que rodean la penillanura del centro histórico de Puerto Príncipe.

En algunos lugares la densidad urbana es tan absurda, que alcanza el m2 construido por persona. Al año 2019, un 67% de la población vive en asentamientos precarizados; de los cuales un 8% tienen al menos un integrante del núcleo familiar que duerme en el porche de su propia vivienda porque ésta no puede acomodar a toda la familia. El 62,3% de viviendas tiene entre 12m2 y 25m2. Respecto al empobrecimiento post terremoto de 2010, un 70% de los prototipos de las vivienda de emergencia, pensadas para dar una solución momentánea a la población desplazada, se han convertido en la vivienda fija de las familias. Estos módulos de habitación no son más que chozas precarias, minúsculas y sin servicios, que tenían la intención de brindar nada más que un techo para dormir. Respecto a la intervención de la MINUSTAH en estos ámbitos, se encauzaron los campamentos y la distribución de donaciones, y se hizo un plan de mejora urbana. Un plan absolutamente ridículo cuya principal acción era el mejoramiento de fachadas, mediante un embellecimiento estético que duró 3 meses.

La ciudad de Puerto Príncipe concentra el 34% de la población del país en un 2% del territorio. En el transcurso de 40 años, la población de Puerto Príncipe se triplicó. La ciudad no posee una zonificación estricta de ningún tipo, cohabitando en su territorio residencias precarias, residencias de clase media y viviendas de lujo a metros de distancia, sin la presencia de servicios en kilómetros a la redonda.

2) ¿Cómo satisfacer algunas de las necesidades básicas de la población en el contexto Haitiano?

Otra de las oportunidades latentes, aunque menospreciada, del territorio se encuentra en la enmarañada trama de los barrios de Puerto Príncipe. En dichos barrios, entre 60% y 80% de la población no cuenta con los servicios urbanos básicos establecidos por la ONU respecto al hábitat digno y los derechos humanos básicos. Servicios que se clasifican en, por ejemplo: carreteras con drenaje, transporte y comunicaciones entre los diferentes sectores de la ciudad, espacios públicos, suministro de agua y saneamiento, gestión de residuos sólidos, acceso a la electricidad, acceso a centros de educación, acceso a centros de salud, acceso a mercados y seguridad pública.

En la mancha urbana, un 50% de la población no tiene acceso a agua potable o consume un agua de dudosa calidad. Existe ya un posible línea de continuidad para actuar siendo la existencia de la empresa estatal CAMEP, que es apoyada desde los años 90 por una ONG francesa para poder funcionar llevando el agua potable a los habitantes. Al 90% de los hogares que logran abastecer, el agua llega por camiones. En los barrios populares, esta articulación se da mediante los Comité de Agua, que gestionan el acopio y distribución de dicho bien; pero debido a la imposibilidad de acceso vial de los camiones a gran parte de la concentración edilicia de los barrios, es imposible acceder y mantener el servicio si no hay una reserva local puntual.

En 2011 uno de los proyectos de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) para la construcción de una planta potabilizadora fue detenido por el reclamo de propiedad de la tierra realizado desde una privada, ya que la tenencia de las propiedades en gran parte del territorio es “difusa”. Es importante como antecedente a cualquier intervención, entonces, marcar todos los terrenos donde se ubican las escuelas y sitios de reserva de agua potable como propiedades estatales para que no sean expropiados en juicios civiles.

Pero a su vez, la gestión de estos programas ha de ser colectiva, para poder dar soluciones reales a la comunidad, y no repetir el estado de desidia y poca atención que suelen brindar los entes estatales.

Por otro lado, hay que asumir que no se podrá relocalizar a la población en un futuro inmediato, y la satisfacción de las necesidades básicas es urgente en el territorio donde ya se encuentra asentada.

De esta manera, el “Proyecto de Agua y Saneamiento para Puerto Príncipe” establecido por el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) y la AECID; que funcionó de desde 2011 a 2016, y del cual gran parte del proyecto de conexión aún está pendiente;podría obrar de antecedente para una propuesta de intervención.

Incubadoras de ciudadanía.

La posible intervención: para la mejora de algunos de estos aspectos se presenta casi como una acupuntura urbana, buscando recuperar en el terreno confuso de bidonvilles espacios que ya deberían estar garantizados. A grandes rasgos, se podrían considerar tres esferas de acción para lograr bajar al territorio: 1- Siendo la primera por el casi inexistente marco normativo. Estableciendo un tutelaje del espacio en la órbita de propiedad estatal de gestión colectiva, para escapar de la privatización. 2- En segundo lugar, y luego de un relevamiento, plantear la reutilización y mejora de edificios destinados a escuelas, que ya se encuentran activos en el territorio, en centros educativos y comunitarios fuera del horario de clases.

3 - Y por último pero absolutamente necesario para una de las necesidades básicas, continuar y sumar una nueva instalación de tanques de reserva de agua potable; en adición a dispositivos de pequeñas y austeras granjas urbanas mediante la financiación de ONGs.

3) ¿Cuál es el contexto de mujeres e infancias y cómo se podría intervenir en la búsqueda de una mejora de la calidad de vida?

Para la mayoría de mujeres e infancias, la ciudad no se constituye como un espacio de tránsito seguro. No hay lugares específicos para ellas. No hay centros de salud o educación cercanos. Una mujer haitiana que habita en la región de Puerto Príncipe, tiene según datos recogidos por UNESCO y otras ONGs, un promedio de 4.8 hijos. Sin embargo el 35% de las mujeres casadas quiere evitar o postergar la maternidad pero no accede a ningún método de planificación. El 60% de los partos no son atendidos en instalaciones sanitarias y un 87% de este sector de la población vive alejada de un centro de salud.

Sin embargo, lo que sí hay es un tenso conflicto con la fuerza armada. Entre 2004 y 2017, más de dos mil haitianas, entre ellas niñas de 11 años, sufrieron abusos sexuales a cambio de comida por agentes de las fuerzas de paz desplegadas por la ONU según el informe presentado por Susan Bartels y Sabine Lee para International Peacekeeping. “Te daban unas monedas y te metían un hijo.” es la declaración de una de las habitantes. Desde la influencia de los cascos azules en la ciudad el intercambio sexual se convirtió en medio de cambio para conseguir comida o protección. “Violence urbaine” es el término según la Comisión Interamericana de Derechos Humanos con el cuál se denomina el fenómeno violento territorial que afecta particularmente a niñas y mujeres, dividiendo la ciudad entre el dominio de las pandillas criminales o las fuerzas armadas de la ONU . Los informes indican que los autores de delitos violentos en la zona metropolitana a menudo atacan a mujeres como forma de imponer una atmósfera de temor e intimidación, y con ello ejercer el poder y control de la víctima y de una comunidad específica.

Desde 2010 las organizaciones populares se encuentran en conflicto con las políticas extranjeras de implementación en el territorio. La originalidad del movimiento feminista haitiano radica en el hecho de contribuir enormemente a la identificación de las realidades nacionales problemáticas, como las violencias cometidas contra mujeres y niñas, la participación política, la impunidad, la soberanía nacional.

Re-tomar los derechos.

Mientras los espacios de los campamentos militares sigan siendo tales, se observaba claramente un recorte de las múltiples tensiones que invaden la ciudad de Puerto Príncipe, donde convergen también una de las relaciones más violentas entre habitantes usuales y cuerpos estacionados temporalmente.

De un lado, tenemos la población desterritorializada, personas eventuales en la ciudad por misiones de paz o proyectos a corto plazo, aquellas que se mueven y transforman la lógica inmediata de su territorio con flujos y acciones constantes. Y del otro lado las personas locales, sentenciadas a nacer en una casucha de chapa con piso de tierra, del vientre de una madre cansada, en una casa ya saturada y morir en el mismo lugar; o si la vida se lo permite, tres casuchas más allá con su propia familia hacinada.

Quienes no tienen las raíces en el territorio, poseen, irónicamente, lo necesario para sobrevivir en el mismo. Y están a una calle de distancia.

¿Ocupar o reclamar? Con los únicos enclaves de servicios diseminados en el territorio siendo los campamentos militares de la ONU, en sus diferentes sedes diferenciadas por país involucrado, y los campamentos residuales del evento de 2010, queda marcada una oportunidad latente pero difícil de concebir en apertura a la ciudadanía.

Es así que tirar el muro que divide a estos sitios del resto de la mancha urbana no es subjetivo o circunstancial, es abrir lo que ya hay a quienes lo necesitan. Es subsanar, de alguna mínima manera, aquello que ha sido roto por las acciones del hombre. El territorio de los campamentos, como una cáscara vacía pero infraestructuralmente apta, es el cascarón que podría albergar aquello que siempre se fue negado: es, en parte, como dice el dicho haitiano “ridiri, ou ké pléré lanti (reír después de haber llorado)”.

No es, en este caso, menester de un proyecto urbanístico subsanar lo profanado por las acciones individuales de un hombre, bajo el silencio de las instituciones cómplices, sino el devolver al colectivo de niñas y mujeres un refugio y una oportunidad. Un lugar, además, que corra bajo las lógicas locales, y la administración colectiva de aquellas personas que habiten y vivencien los espacios.

Quienes dibujan las líneas, los muros y los refugios, son quienes van a vivirlos, no un foráneo.

Podría ser un punto de partida el transformar los edificios de la MINUSTAH en complejos comunitarios para mujeres e infancias.Recuperando los últimos lugares de opresión, simbólica y físicamente para comenzar a saldar la larga lista de deudas estatales e internacionales para con la población haitiana.

No se podrá borrar, mediante una reocupación de estos enclaves urbanos, la precariedad y la violencia que han dibujado en el mapa las disputas territoriales pero el descolonizar los espacios simbólicos sería un primer paso para reafirmar, recuperar y cuidar la ciudad que podría ser en el futuro.

Conclusión personal del proyecto.

A partir de este análisis, se nos presenta un escenario de intervención complejo, que además carece del trasfondo técnico y los planes de intervención básicos para establecer una línea plausible de acción. Haití, y en este caso la ciudad de Puerto Príncipe, han sido menospreciados e ignorados en el pensamiento global del desarrollo urbano. Las posibilidades reales de desarrollo económico y político, además han vuelto a verse mermadas bajo el yugo de la pandemia de coronavirus, que afectó profundamente a aquellas sociedades que no cuentan con sistemas hospitalarios y de cuidado de la salud estables. Sumado a ello, la constante disconformidad civil respecto a las gestiones políticas estatales de cualquier índole se ha vuelto más intensificada y visible en los últimos tres años, iniciando con las protestas contra el ya difunto ex-presidente, Jovenel Moise, en febrero del año 2019.

Bajo este escenario, es sumamente difícil prever un plan de acción que pueda llegar a concretarse en cualquier aspecto. Aún contando con la ayuda de entes internacionales, sin los cuales cualquier intervención urbana sería insostenible, y a pesar de las lesiones territoriales que las mismas intervenciones extranjeras ya han propiciado en el territorio.

A veces como profesionales actuantes en arquitectura y urbanismo, nos encontramos con lugares en donde no podemos hacer más que replantear las desigualdades, siendo en este caso nuestra opción más digna, nuestra propuesta más sincera, el re-dibujar los mapas en sus contradicciones y reivindicar en ellos la posibilidad de un territorio en constante cambio, con las oportunidades latentes en sus calles y en su gente.

No seremos más que escritores de algún guión perdido, visualizando la desigualdad, y bajando a los muros algunas de las posibilidades de lo que un día puede ser .

Bibliografía:

Laura Natalia Moreno Segura. Tesis Doctoral Puerto Príncipe y el desastre. Universidad de Barcelona. Barcelona, 2015.

Pía Carrasco, Paul Bodson, Allen Cordero. Vivir en la ciudad. Lo cotidiano de la inserción urbana en México, América central y el Caribe. Flacso. Costa Rica, 2005.

Iolanda Fresnillo. Proyecto de investigación, reporte fotográfico y artículos sobre testimonios de Haití, los otros terremotos en 210 años y 1460 días. Policy and Advocacy Officer (Debt Justice). Haití, 2014.

Aclaración: la bibliografía escrita y gráfica fue parte de un sub ejercicio autoexigido de trabajar sólo con autoras, para fortalecer el conocimiento científico generado por mujeres en ámbitos académicos.